lunes, 7 de mayo de 2007

Dos jinetes

Dos jinetes cabalgaban veloces por un camino cada vez más agreste. Se había hecho de noche y llovía suavemente pero la Luna tan sólo estaba parcialmente cubierta y aún iluminaba el camino lo suficiente para cabalgar con rapidez.
- Los hemos dejado atrás - dijo ella
- Si, ellos no pueden moverse tan rápido por el bosque. A este ritmo les sacaremos un par de horas de ventaja, lo que no es mucho.
Miren lo miró. Quería saber que sucedía, a qué se debía todo aquello, que era todo aquel misterio.
- ¿Me explicarás ahora que está pasando? - Inquirió.
El viejo mago tardó en contestar pues la respuesta a la pregunta no era sencilla. Durante unos instantes solo se oyeron los cascos de los caballos y su respiración. Finalmente contestó:
- La historia es larga, y versa sobre tu pasado, sobre como y en que condiciones te encontramos. Y aquello que sucedió antes, de lo que tan sólo conocemos una parte de la historia.
La chica se sobresaltó. Nunca antes le había querido explicar mucho sobre aquello, siempre se había mostrado reacio y siempre acababa diciendo que aún no era el momento. Quizás ese momento había llegado ya. Esperaba que así fuera y por un instante se olvidó de todo lo demás.
- Por desgracia no tenemos tiempo para explicarlo en estos momentos. Pretendía hacerlo una vez hubiéramos llegado a nuestro destino pero parece que mis planes se han torcido un poco. Teníamos que ir a dónde vive Drentor, al que ya conoces, y encontrarnos con él y su ahijado a quien también le deben ser revelados estos sucesos y con quien tienes un vínculo cuya raíz no hemos logrado descifrar.
- ¿No pretenderás encontrarme tú también un pretendiente? - refunfuñó. En realidad estaba cada vez más intrigada pero debido a intentos de encerronas anteriores, no pudo evitar hacer el comentario. También se sentía algo decepcionada por no poder conocer toda su historia, aunque esperanzada de que pronto la sabría.
- Miren... No estoy bromeando - Aunque le hizo gracia y se puso a reír. - Pero... ¿Quién sabe?
Ella lo miró de forma furibunda. Veilton continuó.
- Tendrás que esperar a volver a casa para oír el relato completo, los dos debéis volver. Para ello, necesito que vayas a buscarlo y lo traigas contigo. Él te estará esperando.
- ¿Tendré? ¿No vas a venir conmigo?
- No. Es necesario entretener al enemigo y... me conviene un poco de ejercicio - Dijo con una amplia sonrisa. Al ver la cara de preocupación de ella continuó - Tranquila, nos reuniremos en casa, te lo prometo.
Miren estaba preocupada, aquello no le gustaba nada. Lo que tenía que ser un paseo aburrido y absurdo se estaba convirtiendo en algo muy peligroso y misterioso. Miró al bosque con desconfianza y notó como éste estaba extrañamente silencioso, como si fuera consciente del peligro. Sintió un extraño estremecimiento, pues aún siendo una maga poderosa, nunca se había tenido que enfrentar a un peligro desconocido como aquel. En realidad, nunca había estado antes en verdadero peligro y aquella sensación le era desconocida, una mezcla de miedo, ansiedad y excitación.
- Bien, estoy segura que como siempre sabes lo que haces. - Dijo resignada -¿Como encontraré la cabaña de Drentor? No conozco el bosque y recuerdo que él explicaba que era difícil de encontrar, que estaba bien camuflada.
- Falkyn te guiará, él conoce el camino
Intuitivamente Miren miró hacia el cielo y ahí estaba la silueta del halcón, volando elegantemente por encima de sus cabezas y con la luna tras de él.
- ¿Cuánto hace que ha vuelto? - preguntó sorprendida
- Por lo menos desde que pasamos el puente. Está vigilando los movimientos del enemigo.
El halcón y el viejo mago siempre habían tenido una extraña conexión, quizás telepática pensó ella, si bien es cierto que aquel hermoso animal conseguía hacerse entender cuando quería. La madre naturaleza había sido generosa con él pues era realmente un animal extraordinario, y en ocasiones hubiera jurado que era más inteligente que muchos de sus conocidos.
Siguieron una hora más el camino, tiempo que fue aprovechado por Veilton para explicarle a que tipo de criaturas se enfrentaban y sus puntos débiles, cuales eran los encantamientos más eficaces y a que debía temer. Esperaba que no se tuviera que enfrentar con ellos y que su táctica de distracción funcionara, pero como bien sabía aquellas criaturas eran inteligentes y probablemente no podría atraerlas a todas. Tenía que conseguir que despistar al mayor número posible. De pronto, Veilton vio algo y se detuvo.
- Es aquí - dijo señalando a un viejo árbol retorcido - Aquí nos separamos. Detrás de esos árboles tienen que estar la cuevas que Drentor me indicó. Allí podrás dejar el caballo y recogerlo a la vuelta. Ten cuidado, volver aquí puede no ser tan fácil. - Y añadió mientras hacía girar a su montura - Yo me tengo que ir ya, que mi público me espera - Lo dijo con una amplia sonrisa pero no obstante sintió miedo, miedo por ella. Nunca se había comportado como padre protector y ella se había convertido en una de las mejore y más poderosas magas que conocía, pero le pesaba tener que enviarla de repente a un bosque que ella desconocía, en una misión no exenta de peligro. En el fondo de su corazón era su niña pequeña, la menor de todos sus hijos, aunque ella fuera en realidad adoptiva. La miró tiernamente y repitió:
- Ten cuidado.
- Tú también, papi.
Dio media vuelta y al galope volvió por donde había venido.

Miren encontró las cuevas exactamente dónde Veilton le había dicho. Parecían profundas y dado que temía por la seguridad de su caballo añadió un encantamiento de protección al de camuflaje, lo que le protegería contra cualquier animal salvaje que pudiera aparecer. Salió de la cueva y unos ojos brillantes la miraban fijamente, esperándola. El halcón se había posado en una rama y extendió sus alas al verla salir, dirigiéndose hacia el la espesura del bosque, sin perder tiempo. Miren lo siguió.
El entrenamiento de un mago no excluía la forma física y Miren había tenido que correr largas distancias más de una vez, incluso a través de bosques y terrenos montañosos. No obstante, el bosque de Endra era más frondoso de lo que estaba habituada y, a pesar de que la luna aportaba cierta claridad, no le resultaba fácil esquivar las piedras y raíces. Tampoco le tranquilizaba no reconocer las sombras y sonidos del bosque, aun cuando éste era más silencioso de lo que debiera, o eso le parecía. Por suerte para ella tenía un magnífico guía que volaba con agilidad a través de las ramas de los árboles en la oscuridad de la noche dudar en ningún momento. Confiando en el halcón Miren siguió corriendo a través de la espesura, si mirar atrás.
Tras más de una hora de carrera, la joven maga ya hacía un buen rato que había empezado a sentir cansancio en sus piernas y se preguntaba cuanto faltaría para llegar cuando algo le hizo frenar. Muchas veces se preguntaba que secreto guardaba aquella espada a la que tenía un aprecio muy especial pues era lo único que le unía a un pasado totalmente desconocido, pero por alguna razón sintió su llamada, algo que no sucedía desde hacía muchos años. La sacó de su vaina y una luz azul iluminó el bosque y, a través de ella, le pareció ver a que una pareja la miraba con lágrimas en los ojos, sintió también que más gente miraba hacia allí. De alguna forma supo que eran sus padres, que era su pueblo y, a su lado, había un niño pequeño de su misma edad. La intensidad de la luz decreció y dejó de ver aquellas tierras lejanas, se sintió extraña aunque tranquila y serena. Buscó al halcón con la mirada y lo encontró posado en una rama baja mirándola fijamente. Falkyn le hizo un gesto con la cabeza señalando una colina que tenía delante y Miren se acercó a ella, descubriendo para su sorpresa que era la entrada de una cabaña.
- La cabaña de Drentor- pensó - Podría haber pasado por delante sin darme cuenta - Estaba realmente sorprendida
En ese momento la espada que tenía en su mano volvió a brillar tan sólo un instante, lo que le pareció un latido. Volvió a latir y, dubitativamente, Miren empujó la puerta. Allí encontró a Drentor que la saludaba y, a su lado, había un chico joven blandiendo una espada que emitía una luz roja. Lo había visto antes, estaba segura ¿Pero dónde? Y entonces lo reconoció, lo había visto hacía unos instantes y hacía una eternidad, a su lado, mientras sus padres los miraban. Él también la miraba y en sus ojos vio que también la había reconocido.



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