domingo, 27 de mayo de 2007

Huida a través del bosque

-¡No corras tanto! - gritó Miren al ver que Artior se alejaba - No puedo seguirte con esta oscuridad
Artior aflojó la marcha. Conocía aquel bosque como la palma de su mano y estaba acostumbrado a recorrerlo sólo o junto a Drentor. La luz de la Luna había desaparecido casi por completo, oculta tras unas nubes que amenazaban lluvia. Él podía moverse perfectamente de noche, pero su recientemente hallada hermana no era una criatura de los bosques.
- Lo siento. Es la costumbre.
- No pasa nada, así está bien. Supongo que te debo parecer un poco torpe.
- No, es normal - Artior sonrió - Tú no has crecido en este bosque
Miren notó algo de nostalgia en la voz de Artior. Comprendía su dolor y lo sentía como si fuera suyo aún cuando ella no había tenido que abandonar su hogar.
- ¿Y no podrías hacer un poco de luz con tu magia? - preguntó Artior recuperando la sonrisa.
- Si, eso no sería un problema, pero me preocupa que puedan descubrirnos
- No hay de qué preocuparse, aún están demasiado lejos. Ya te avisaré cuando tengas que apagarla.
En contra de lo que en ella era habitual, a Miren no le costó confiar en él. No sólo el propio Drentor había dicho que él era un magnífico guía sino que, desde el fondo de su corazón, sabía que podía hacerlo. Sin parar de correr juntó ambas manos rodeando el espacio vacío que tenía ante ella, lo apretó y las separó como dejando escapar una mariposa, apareciendo entre ambas una pequeña llama que ofrecía un suave resplandor y que colocó en su mano izquierda. En realidad, el movimiento de sus manos servía tan solo para facilitar el flujo de la magia y era lo menos importante en el encantamiento mas era todo lo que parecía haber hecho.
- Bonita llama. A pesar de ser un poco torpe mi hermanita es hábil con la magia
Artior dijo aquello alegremente, burlándose de ella y sin fijarse en su rostro. El silencio de ella le hizo temer lo peor: le recordó a cuando se burlaba de Daphny y sabía que tarde o temprano se la devolvería. Un nudo se le formó en la garganta pero cuando se giró ya era demasiado tarde: una bola de nieve impacto en su cara. No obstante, su reacción no fue la esperada pues se puso a reír.
- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? - Preguntó Miren enojada, preparando una segunda bola de nieve.
Sin parar de correr, Artior dejó de reír y una amplia sonrisa iluminó su rostro
- Tendré que ir con cuidado. Es peligroso hacer enfadar a una poderosa maga capaz de crear bolas de nieve de la nada. Una poderosa, irascible y torpe maga - dijo guiñándole un ojo
La segunda bola de nieve se dirigió hacia él pero esta vez estaba preparado y la esquivó con facilidad. Cuando miró a Miren, no parecía enfadada sino que también sonreía divertida
- Es interesante, un objetivo escurridizo. No esperaba menos de mi hermano, pero la próxima vez te enterraré en una montaña de bolas de nieve - dijo con una sonrisa maliciosa, retándole a ello
Artior hubiera deseado aceptar el reto, olvidando el peligro que les acechaba, pero el bosque le indicaba que el enemigo se acercaba. Frenó ligeramente su carrera y miró a la maga con el rostro serio. Señaló su mano izquierda y se puso el dedo índice en los labios, indicando que debían guardar silencio. Con un rápido gesto de su mano, Miren apagó la llama que parecía arder en ella. El enemigo se había acercado y el breve momento de diversión se había desvanecido.
Pasaron unos minutos atravesando el bosque en silencio hasta que Artior se detuvo y se giró hacia Miren. La preocupación que denotaba su rostro indicaba que algo no andaba bien.
- No podremos pasar - dijo Artior en voz baja - Se han separado y cubren el ancho del bosque, con una separación entre ellos de apenas unos metros. Yo podría pasar entre ellos sin problemas, pero por desgracia tú no has crecido en estos bosques y te descubrirían. ¿No podrías hacer un encantamiento de invisibilidad o algo similar?
- Me temo que eso no es posible. Podría conseguir algo similar, pero la magia no puede ocultarse a la magia y percibo cierto poder mágico. Supongo que esto significa que Drentor y Veilton no han conseguido atraerles - dijo preocupada por los que les hubiera podido pasar
- Todo lo contrario. Lo que nos corta el paso no debe ser más de un 10% del total. Hay un gran número que ha tomado otro camino. Estoy seguro que estarán bien, pero me tienen un poco preocupado.
- Y a mi - dijo Miren, sorprendida de que Artior pudiera conocer los movimientos del enemigo cuando ella tan sólo sentía algo de poder mágico a lo lejos. Veilton alguna vez le había hablado sus viajes y de como Drentor era capaz de hacer aquello, pero verlo era diferente.
- No podemos hacer nada por ellos excepto que no tengan que preocuparse de nosotros. Supongo que no nos queda más remedio que ir a las cuevas
- ¿La cuevas?
- Dónde dejaste el caballo comunica con una red de cuevas que hay bajo esta parte del bosque. Existen rumores y leyendas acerca de ellas, aunque lo único que he llegado a ver ha sido unn oso una vez que me perdí de pequeño.
- ¿¡Un oso negro con una cicatriz en el hocico que le dibujaba una extraña sonrisa!? - dijo Miren con voz trémula.
- Si. Me perdí y tenía miedo. Cuando me encontré con el oso casi no podía moverme pero me pareció oír una voz que me decía que corriera, y eso hice: corrí y escapé. Pero... ¿Tú como lo sabes?
- Lo soñé - dijo ella sorprendida - Y te grité que corrieras.
Aquella revelación les dejó atónitos. Se miraron asombrados, se preguntaban como podía haber pasado eso. De pronto Artior giró la cabeza hacia la profundidad del bosque.
- Se están acercando. Démonos prisa.
Se pusieron en marcha, en silencio, pero sin dejar de pensar en ello. Cada vez había más preguntas sin respuesta.
- ¿Y por qué no hemos ido directamente por la cuevas? - preguntó Miren en voz baja
- Nos hemos mantenido cerca, por si era necesario. Pero es un lugar peligroso ya que hay osos que las habitan. Son fáciles de esquivar en el bosque y, de hecho, ellos intentan evitar a la gente. Pero las cuevas no sólo son más estrechas sino que las defienden pues es su hogar. Además, nadie se aventura por ellas si no es imprescindible, así que no las conozco más de lo que he escuchado en algunas historias. Puedo orientarme, pero tendremos que ir con mucho cuidado. También hay leyendas extrañas sobre el lugar, aunque creo que son más que cuentos para asustar a los niños.
Miren asintió con la cabeza. No le gustaban las cuevas ni los osos, de hecho no se podía quitar la imagen de aquel oso que vio una vez en sueños a través de los ojos de su hermano. Lo único positivo es que podría usar la magia sin problemas ya que las paredes de la cueva impedirían que pudiera ser detectada, aunque eso no la consolaba.
Llegaron hasta las inmediaciones de una pared rocosa y Artior se detuvo para abrir la mochila y sacar dos extraños objetos.
- ¿Qué es eso?
- Con la lluvia que ha caído las inmediaciones de la cueva están llenas de barro y no tendremos tiempo de ocultar nuestras huellas. Esto simula las pisadas de un oso y espero que les engañe.
- Pero solo hay dos
Artior se las puso en las botas, cerró la mochila y aún agachado dijo.
- Coge la mochila y sube
Miren sonrió: Era una solución tan evidente que no se le había ocurrido. La mochila pesaba más de lo que hubiera imaginado, aunque pudo cogerla sin dificultad, no sin preguntarse como su hermano era capaz de moverse con tanta agilidad y en silencio llevándola a la espalda. Subió a su espalda y se dirigieron a la cueva.
Unos metros más allá estaba la entrada de la cueva. Ambos la reconocieron y sintieron como si una olvidada pesadilla volviera a ellos pero no había vuelta atrás. Miren se dio cuenta de que el bosque se había quedado en silencio, nada se oía, ni un pájaro, ni un insecto, tan sólo el sonido de las hojas al moverlas el viento.
- Se están acercando - dijo Artior mientras atravesaba la entrada de la cueva - Cuidado con la cabeza.
El aire era húmedo dentro de la cueva al igual que las paredes de roca pero el suelo estaba cubierto de barro proveniente del exterior en el que se veían pisadas que Miren no era capaz de reconocer. Avanzaron unos metros hasta que llegaron al frío y resbaladizo suelo de piedra, dónde Miren se bajó. La cueva era estrecha en la entrada pero se había ensanchado a medida que avanzaban y el techo de la cueva debía de tener más de 5 metros metros de alto aún cuando no podían verlo con claridad. De hecho, apenas podían ver el suelo que pisaban gracias a la tenue luz que llegaba desde la entrada.
- No estamos solos - susurró Artior - La huellas indican que ha pasado un oso no hace mucho por aquí. Y tengo una sensación extraña, la misma que sentí aquella vez que me perdí de niño.
- Yo también lo siento. Yo también lo sentí aquella vez
De pronto un suave resplandor salió de las vainas de ambas espadas. Se miraron incrédulos, algo las había despertado, allí, dentro de la cueva.


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domingo, 20 de mayo de 2007

Adiós

Frente a frente, ambos hermanos se miraban a los ojos sin ser capaces de reaccionar. Nunca antes se habían visto mas tenían la extraña sensación que se conocían desde siempre, como si de algún modo hubieran estado unidos a pesar de la distancia que los separaba. Por su mente pasaron como una exalación sueños y pesadillas que habían sido olvidados y ahora no sólo recordaban con fuerza sino que cobraban sentido. Reconocían el rostro de quien tenían delante como el protagonista de aquellos sueños, recordaban como se habían apoyado en momentos difíciles a aquel ser inexistente que ahora habría cobrado vida...
-Así que hermanos - murmuró Drentor interrumpiendo sus pensamientos - Era una de las posibilidades que barajábamos, pero nos fue totalmente imposible confirmarlo. Sabíamos que entre vosotros había un vínculo fuerte pero desconocíamos cual.
Lo miraron fijamente. Había tantas preguntas que hacer que hubieran querido interrogarle ahí y ahora. Pero...
- Sabéis bien que la situación es complicada y no hay tiempo para explicaciones. - dijo Drentor adivinando sus pensamientos - Es necesario que lleguéis hasta la Fortaleza del Viento lo antes posible, donde estaréis seguros por ahora. Allí Veilton os lo explicará todo.
- ¿La fortaleza del Viento? - preguntó Artior - ¿No es esa la ciudad prohibida de los magos?
- Si - Contestó Miren - Ésa es. Allí es donde vivimos.
- Miren - prosiguió Drentor - ¿Cual es el plan de Veilton?
La maga les explicó que había dejado el caballo en unas cuevas y que Veilton pretendía entretener al enemigo para ayudarles a escapar. Una vez llegaran deberían recoger el caballo y llegar hasta La Fortaleza del Viento, que estaba a unos 3 días a caballo desde allí.
- Muy propio de ese viejo inconsciente - gruñó el elfo. Miren sonrió pues no le eran nuevas las peleas entre aquellos dos viejos amigos - Pretender llevar a un pobre caballo hasta la extenuación, cabalgando sin parar y con dos jinetes. Y encima se quiere llevar la diversión él sólo. - dijo simulando una cara de enfado - Bien, esto es lo que vamos a hacer: tú y Artior os dirigiréis a las cuevas. En lugar de ir directamente hasta la fortaleza, tomaréis el camino de la posada del Viajero Cansado. Allí le pediréis a Grendy un par de buenos caballos frescos para continuar el camino.
- Pero... ¿Como vamos a conseguir que nos de un par de caballos? La última que fuimos allí no nos dejó ni siquiera acercarnos a ellos - se quejó Artior
- Jajajaja - rio Drentor - Esa elfa es una cascarrabias y tiene mucho cariño a sus caballos. Sin embargo es una buena amiga y os ayudará.
- ¿Entonces tu tampoco vienes con nosotros? - Preguntó Miren disgustada
- No, yo iré con Falkyn a buscar a ese mago cabezota. No quiero que se quede con toda la diversión - contestó guiñándole un ojo
- ¿Con Falkyn? ¿Y como llegaremos hasta las cuevas? Yo no estoy segura que pueda encontrar el camino de vuelta, sólo Falkyn lo conoce - Se quejó
- Yo sé llegar hasta ellas - interrumpió Artior
- Miren - dijo Drentor - Artior conoce este bosque mejor que nadie. No podrías encontrar mejor guía en estas tierras. Ahora démonos prisa, no podemos retrasarnos más
Tras decir eso, Drentor salió por la puerta seguido de Miren. Tras ellos, Artior recogió la mochila, el arco y las flechas y salió también por la puerta, girándose para mirar por última vez el que había sido su hogar durante tanto tiempo. Cerró la puerta con suavidad y la acarició, despidiéndose de ella. Había muchos recuerdos allí: las lecciones de Drentor, su primera pesca, su primer arco, aquella vez que llegó lleno de moratones por haberse peleado por Daphny, Daphny... Su imagen se le apareció, sonriendo, provocándole, riéndose de él, besándole... Siempre había sabido que su destino no iba a ser fácil, eso nunca se lo habían ocultado, pero ahora se sentía desolado. Drentor que estaba a su lado le puso la mano en el hombro
- Artior...
Él se giró y lo miró. Tenían que separarse y, aunque de él sólo fuera temporalmente, no pudo reprimir el deseo de abrazarlo
- ¡Abuelo!
Drentor le devolvió el abrazo con cariño.
- Hasta pronto, hijo mío. Ten cuidado
Tras decir eso se separó de Artior, le dijo adiós a Miren inclinando la cabeza y se dirigió a la profundidad del bosque, seguido inmediatamente por Falkyn. Drentor desapareció pronto, pero Altior se quedó mirando en esa dirección hasta que sintió una mano cálida que le pasaba por la espalda y le cogía la cintura
- Vamos hermanito, no tenemos mucho tiempo - Dijo con suavidad Miren. El la miró a los ojos y sonrió
- Vamos hermanita - Se sorprendió a si mismo diciendo eso pues era como si la conociera desde siempre y no tan sólo desde hacía unos minutos. Era como si siempre hubiera estado a su lado y sentía que podía confiarle incluso su vida si fuera necesario
- Resulta extraño tener de repente un hermano y que me parezca normal - Dijo ella expresando los pensamientos de ambos en voz alta. - Es como si siempre hubiera sido así
- Si, es como si siempre hubieras estado a mi lado - contestó él mirándole a los ojos. Y tras decir esto, iniciaron la marcha y desaparecieron.



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lunes, 7 de mayo de 2007

Dos jinetes

Dos jinetes cabalgaban veloces por un camino cada vez más agreste. Se había hecho de noche y llovía suavemente pero la Luna tan sólo estaba parcialmente cubierta y aún iluminaba el camino lo suficiente para cabalgar con rapidez.
- Los hemos dejado atrás - dijo ella
- Si, ellos no pueden moverse tan rápido por el bosque. A este ritmo les sacaremos un par de horas de ventaja, lo que no es mucho.
Miren lo miró. Quería saber que sucedía, a qué se debía todo aquello, que era todo aquel misterio.
- ¿Me explicarás ahora que está pasando? - Inquirió.
El viejo mago tardó en contestar pues la respuesta a la pregunta no era sencilla. Durante unos instantes solo se oyeron los cascos de los caballos y su respiración. Finalmente contestó:
- La historia es larga, y versa sobre tu pasado, sobre como y en que condiciones te encontramos. Y aquello que sucedió antes, de lo que tan sólo conocemos una parte de la historia.
La chica se sobresaltó. Nunca antes le había querido explicar mucho sobre aquello, siempre se había mostrado reacio y siempre acababa diciendo que aún no era el momento. Quizás ese momento había llegado ya. Esperaba que así fuera y por un instante se olvidó de todo lo demás.
- Por desgracia no tenemos tiempo para explicarlo en estos momentos. Pretendía hacerlo una vez hubiéramos llegado a nuestro destino pero parece que mis planes se han torcido un poco. Teníamos que ir a dónde vive Drentor, al que ya conoces, y encontrarnos con él y su ahijado a quien también le deben ser revelados estos sucesos y con quien tienes un vínculo cuya raíz no hemos logrado descifrar.
- ¿No pretenderás encontrarme tú también un pretendiente? - refunfuñó. En realidad estaba cada vez más intrigada pero debido a intentos de encerronas anteriores, no pudo evitar hacer el comentario. También se sentía algo decepcionada por no poder conocer toda su historia, aunque esperanzada de que pronto la sabría.
- Miren... No estoy bromeando - Aunque le hizo gracia y se puso a reír. - Pero... ¿Quién sabe?
Ella lo miró de forma furibunda. Veilton continuó.
- Tendrás que esperar a volver a casa para oír el relato completo, los dos debéis volver. Para ello, necesito que vayas a buscarlo y lo traigas contigo. Él te estará esperando.
- ¿Tendré? ¿No vas a venir conmigo?
- No. Es necesario entretener al enemigo y... me conviene un poco de ejercicio - Dijo con una amplia sonrisa. Al ver la cara de preocupación de ella continuó - Tranquila, nos reuniremos en casa, te lo prometo.
Miren estaba preocupada, aquello no le gustaba nada. Lo que tenía que ser un paseo aburrido y absurdo se estaba convirtiendo en algo muy peligroso y misterioso. Miró al bosque con desconfianza y notó como éste estaba extrañamente silencioso, como si fuera consciente del peligro. Sintió un extraño estremecimiento, pues aún siendo una maga poderosa, nunca se había tenido que enfrentar a un peligro desconocido como aquel. En realidad, nunca había estado antes en verdadero peligro y aquella sensación le era desconocida, una mezcla de miedo, ansiedad y excitación.
- Bien, estoy segura que como siempre sabes lo que haces. - Dijo resignada -¿Como encontraré la cabaña de Drentor? No conozco el bosque y recuerdo que él explicaba que era difícil de encontrar, que estaba bien camuflada.
- Falkyn te guiará, él conoce el camino
Intuitivamente Miren miró hacia el cielo y ahí estaba la silueta del halcón, volando elegantemente por encima de sus cabezas y con la luna tras de él.
- ¿Cuánto hace que ha vuelto? - preguntó sorprendida
- Por lo menos desde que pasamos el puente. Está vigilando los movimientos del enemigo.
El halcón y el viejo mago siempre habían tenido una extraña conexión, quizás telepática pensó ella, si bien es cierto que aquel hermoso animal conseguía hacerse entender cuando quería. La madre naturaleza había sido generosa con él pues era realmente un animal extraordinario, y en ocasiones hubiera jurado que era más inteligente que muchos de sus conocidos.
Siguieron una hora más el camino, tiempo que fue aprovechado por Veilton para explicarle a que tipo de criaturas se enfrentaban y sus puntos débiles, cuales eran los encantamientos más eficaces y a que debía temer. Esperaba que no se tuviera que enfrentar con ellos y que su táctica de distracción funcionara, pero como bien sabía aquellas criaturas eran inteligentes y probablemente no podría atraerlas a todas. Tenía que conseguir que despistar al mayor número posible. De pronto, Veilton vio algo y se detuvo.
- Es aquí - dijo señalando a un viejo árbol retorcido - Aquí nos separamos. Detrás de esos árboles tienen que estar la cuevas que Drentor me indicó. Allí podrás dejar el caballo y recogerlo a la vuelta. Ten cuidado, volver aquí puede no ser tan fácil. - Y añadió mientras hacía girar a su montura - Yo me tengo que ir ya, que mi público me espera - Lo dijo con una amplia sonrisa pero no obstante sintió miedo, miedo por ella. Nunca se había comportado como padre protector y ella se había convertido en una de las mejore y más poderosas magas que conocía, pero le pesaba tener que enviarla de repente a un bosque que ella desconocía, en una misión no exenta de peligro. En el fondo de su corazón era su niña pequeña, la menor de todos sus hijos, aunque ella fuera en realidad adoptiva. La miró tiernamente y repitió:
- Ten cuidado.
- Tú también, papi.
Dio media vuelta y al galope volvió por donde había venido.

Miren encontró las cuevas exactamente dónde Veilton le había dicho. Parecían profundas y dado que temía por la seguridad de su caballo añadió un encantamiento de protección al de camuflaje, lo que le protegería contra cualquier animal salvaje que pudiera aparecer. Salió de la cueva y unos ojos brillantes la miraban fijamente, esperándola. El halcón se había posado en una rama y extendió sus alas al verla salir, dirigiéndose hacia el la espesura del bosque, sin perder tiempo. Miren lo siguió.
El entrenamiento de un mago no excluía la forma física y Miren había tenido que correr largas distancias más de una vez, incluso a través de bosques y terrenos montañosos. No obstante, el bosque de Endra era más frondoso de lo que estaba habituada y, a pesar de que la luna aportaba cierta claridad, no le resultaba fácil esquivar las piedras y raíces. Tampoco le tranquilizaba no reconocer las sombras y sonidos del bosque, aun cuando éste era más silencioso de lo que debiera, o eso le parecía. Por suerte para ella tenía un magnífico guía que volaba con agilidad a través de las ramas de los árboles en la oscuridad de la noche dudar en ningún momento. Confiando en el halcón Miren siguió corriendo a través de la espesura, si mirar atrás.
Tras más de una hora de carrera, la joven maga ya hacía un buen rato que había empezado a sentir cansancio en sus piernas y se preguntaba cuanto faltaría para llegar cuando algo le hizo frenar. Muchas veces se preguntaba que secreto guardaba aquella espada a la que tenía un aprecio muy especial pues era lo único que le unía a un pasado totalmente desconocido, pero por alguna razón sintió su llamada, algo que no sucedía desde hacía muchos años. La sacó de su vaina y una luz azul iluminó el bosque y, a través de ella, le pareció ver a que una pareja la miraba con lágrimas en los ojos, sintió también que más gente miraba hacia allí. De alguna forma supo que eran sus padres, que era su pueblo y, a su lado, había un niño pequeño de su misma edad. La intensidad de la luz decreció y dejó de ver aquellas tierras lejanas, se sintió extraña aunque tranquila y serena. Buscó al halcón con la mirada y lo encontró posado en una rama baja mirándola fijamente. Falkyn le hizo un gesto con la cabeza señalando una colina que tenía delante y Miren se acercó a ella, descubriendo para su sorpresa que era la entrada de una cabaña.
- La cabaña de Drentor- pensó - Podría haber pasado por delante sin darme cuenta - Estaba realmente sorprendida
En ese momento la espada que tenía en su mano volvió a brillar tan sólo un instante, lo que le pareció un latido. Volvió a latir y, dubitativamente, Miren empujó la puerta. Allí encontró a Drentor que la saludaba y, a su lado, había un chico joven blandiendo una espada que emitía una luz roja. Lo había visto antes, estaba segura ¿Pero dónde? Y entonces lo reconoció, lo había visto hacía unos instantes y hacía una eternidad, a su lado, mientras sus padres los miraban. Él también la miraba y en sus ojos vio que también la había reconocido.



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