domingo, 29 de abril de 2007

Partida

Artior se levantó de la cama de un salto y llegó a la puerta justo en el instante que su inesperado visitante se acercaba a ella. Había empezado a llover ligeramente pero las nubes no habían cubierto la Luna de Endra, que iluminaba la entrada de la cabaña con su luz plateada. Artior abrió y lo que vio le dejó boquiabierto: una hermosa y joven elfa cuyo cabello dorado y ligeramente humedecido era bañado por la luz de la luna, el resplandor de la cual también iluminaba un sensual cuerpo que se dibujaba en la ceñida ropa de la muchacha. Mientras ella recuperaba el aliento Artior pudo ver como su suave rostro había sido bañado por unas lágrimas que querían volver a aparecer pues sus profundos ojos azules reflejaban una profunda tristeza que nunca antes había visto allí y que se clavaba en lo más profundo de su corazón.
- ¡Daphny...! - Dijo Artior con ternura acercándose a ella.
- ¡...Artior...! - Dijo ella lanzándose a sus brazos y dejando que aquellas lágrimas apenas contenidas volvieran a resbalar por su rostro. Artior, que apenas pudo mantener el equilibrio, la abrazó suavemente mientras ella sollozaba. - ¿Por qué tienes que irte? No quiero que te vayas, yo... yo...
- Daph...
- Oí como Drentor hablaba con padre. Dijo que os teníais que marchar urgentemente y que el pueblo debía de guarecerse en la zona profunda del bosque. Dijo que quizás no volveríais nunca más. Dijo que si quería despedirme que viniera, que mañana ya no habría tiempo. Yo... Yo no quería creerle... Me vine aquí corriendo... Quería verte - Ella le abrazó con fuerza mientras trataba de contener sus lágrimas. Él la abrazaba y sentía como le latía el corazón.
- Yo tampoco querría marchar, pero me temo que no puedo elegir. Es posible que yo os esté poniendo en peligro a todos
- Pero... ¿Porqué dices eso? - Preguntó ella que había dejado de llorar. El tono triste de aquella afirmación le había hecho reaccionar
- Es algo que me dijo una vez Drentor. Lo había olvidado pero todo esto me lo ha hecho recordar. No sé lo que está pasando, pero me temo que tiene que ver conmigo - Ella lo miró fijamente. Conocía aquellos ojos y cada uno de los detalles de su rostro, pues que habían crecido juntos, y la profundidad de aquella tristeza le sorprendió. De pronto cobró consciencia de la situación en la que se encontraba: abrazado a Artior, que la necesitaba, al que necesitaba y al que amaba con toda su alma. Volvía a sentir latir su corazón con fuerza, volvía a sentir que lo deseaba, pero a diferencia de otras ocasiones, no podía esperar, no quería esperar pues probablemente esa fuera la última vez que lo viera.
- Arty - dijo mientras fijaba su mirada en él y cobraba un color ligeramente sonrojado - Quiero que... tú seas... el primero - Lo miró con esa sonrisa dulce, con esos ojos llenos de vida que le hacían temblar de pies a cabeza, lo dijo con esa voz con la que soñaba despierto.
- Daph... - Dijo él mientras se perdía en la profundidad de sus ojos. Sentía la presencia de su cuerpo junto al suyo, como sus pechos se apretaban a su cuerpo, como latían ambos corazones - Sabes que yo soy elfo. Y ni siquiera soy exactamente humano aunque lo parezca. No sé que soy ni dónde pertenezco.
- ...Arty... - Dijo suavemente y con una pícara sonrisa añadió - No discutas la decisión de una elfa
Ella acercó sus labios a los de él, él dejó que se acercaran, y mientras su almas se unían, sus cuerpos se fundieron en un largo beso.


Artior oyó como su Drentor lo llamaba. Recién había amanecido y había dormido profundamente, aunque era consciente de cuando su abuelo había vuelto y de que éste había estado despierto toda la noche, trabajando en algo. Se incorporó de la cama y se quedó unos instantes observando el hermoso cuerpo desnudo de Daphny, como su suave cabello dorado cubría parcialmente sus firmes senos sonrosados, la perfección de la silueta, la suavidad de su piel. Si hubiera sido por él la hubiera despertado de un beso y hubieran vuelto a hacer el amor otra vez, apasionadamente, sus cuerpos otra vez juntos, sus labios junto a los suyos, sus almas otra vez una. Pero sabía que no podía ser, era la hora de despedirse y ese pensamiento se clavó en su corazón como una afilada aguja. Acarició suavemente sus mejillas sonrosadas y ella abrió los ojos poco a poco, se giró hacía él y sonrió mientras se desperezaba. Aquellos hermosos ojos azules que le miraban y el cuerpo de la hermosa elfa que había quedado totalmente al descubierto hicieron que Artior no pudiera apartar la mirada.
-¡Arty! - Dijo ella al darse cuenta, mientras su rostro tomaba un tono rojizo pero sin poder evitar esbozar una sonrisa. El sonrió, se acercó a ella dejando que los brazos de la elfa lo abrazaran y la besó una vez más. Entonces la miró y un sentimiento de tristeza volvió a invadirle, resbalándole una lágrima por su mejilla.
- Me temo que es hora de partir. Drentor me está llamando- Ella lo miró sintiendo también la tristeza en su corazón, pero sonrió y le dio un beso en la mejilla, sin poder evitar tampoco que sus ojos se humedecieran
- Baja mi amor, yo bajaré en un momento.
Artior se vistió rápidamente y bajó las escaleras, girándose para mirarla otra vez, desnuda, hermosa y con sus ojos azules fijos en él.

Abajo le esperaba Drentor, mirando a lo lejos a través de la ventana abierta. Ya había empaquetado sus cosas pero le llamó la atención ver al lado de la puerta el hermoso arco que su padre adoptivo guardaba con especial cuidado. En realidad era un arco sencillo, con tan solo una par de inscripciones en cada uno de los extremos, pero la elegancia de la forma y el color del material con el que estaba construido le hacían misteriosamente bello. Junto al arco, las flechas, hechas por el propio Drentor, pero lo que más le sorprendió fue ver que llevaba en el cinto la espada, la cual nunca llevaba.
Estaba acabando de bajar las escaleras y abrió la boca para decir algo, pero un objeto capturó su mirada: encima de la mesa estaba su propio arco mas, junto a él, había una espada que no había visto nunca. Fuera de su funda, aquella espada de empuñadura dorada parecía llamarle. Por alguna razón no podía dejar de mirarla, en especial a un signo extraño grabado en su hoja que le resultaba muy familiar, aunque no podía recordar dónde lo había visto. Se acercó a ella mirándola fijamente deseando cogerla, asustado y excitado, sentía como si de alguna forma hubiera encontrado algo que había estado buscando desde siempre sin ni siquiera saberlo. Giró la cabeza hacia Drentor, confundido y sin entender que es lo que pasaba.
- Coge TU espada. No temas. Esa espada tiene un vínculo contigo que va más allá de lo que conozco y guarda el secreto de tu origen, pero es sin lugar a duda tuya, pues lleva tu símbolo escrito en su hoja, y no te hará ningún daño.
- ¿Mi símbolo...? - Artior se puso instintivamente la mano en el hombro derecho. Era allí donde había visto antes aquel signo, formaba parte de él y nunca se había preguntado su significado hasta ese momento, y ni siquiera era consciente de él pues era algo normal que había estado allí siempre. Una suave luz roja emanó de la espada y Artior sintió como ésta le llamaba
- Par... parece que esté viva - balbuceó
- Puede que lo esté. Estas espadas guardan más de un secreto. Y os protegieron el tiempo suficiente para que os recogiéramos.
- ¿Os? - preguntó sorprendido. Drentor dudó unos instantes antes de contestar
- Es una larga historia y ahora no hay tiempo. Mi buen amigo te lo explicará todo, pero ahora debemos estar preparados pues los enemigos se acercan y estarán aquí en unas pocas horas - Señaló una nube de pájaros que se levantaba a lo lejos, delatando a quienes estaban atravesando el bosque.
Artior miró un instante a lo lejos pero pronto sus ojos volvieron a posarse en la espada. Sentía su llamada y ya no tenía miedo, alargó la mano y, sin dudarlo, la cogió. Una luz intensa invadió la habitación y Artior sintió como si alguien le abrazara desde más allá del tiempo y el espacio, sintió el calor de una madre que nunca había conocido, el de un padre que le miraba orgulloso, el de un pueblo entero que gritaba su nombre. Entonces la espada dejó de brillar y le pareció que le decía - Algún día lo entenderás.
Se quedó mirando unos instantes la espada, pero ésta parecía inerte, como si nunca hubiera brillado, como si se lo hubiera imaginado. La enfundó y se la colocó en el cinto. Drentor lo miró, le puso una mano en el hombro y le dijo:
- Sé que tú destino no es fácil, y creo que de alguna forma tú también lo sabes. Pero recuerda que no estás sólo.

- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido esa luz? - Daphny bajaba corriendo por las escaleras asustada.
- Daph... No ha sido nada... Yo... La espada...
- Tranquila pequeña. No tienes que preocuparte. - Dijo Drentor suavemente. Ella lo miró, miró a Artior, miró las mochilas y las armas, y el desconsuelo la invadió sin que pudiera evitarlo. Se lanzó a los brazos de Drentor con lágrimas en los ojos mientras decía...
- ¡No os vayáis! ¡No quiero que te vayas tiíto! ¡Ni Artior tampoco! ¿Quién me va a decir que no sé disparar con el arco? ¿Quien me va a hacer el arco que me prometió? ¿Quien se quejará de que no tengo gusto en vestir? ¿A quien sorprenderé cuando están pescando? ¿Quién...? - Drentor la abrazó con cariño, dejándola llorar en sus brazos y esperando que se calmara. Cuando ello sucedió, le secó las lágrimas de los ojos con sus manos y le dijo cariñosamente:
- Mi niña, sabes que tiene que ser así. Sé que nos echarás de menos, aunque quizás no más que nosotros a ti. Quisiera poder quedarnos para siempre o volver pronto pero nos tenemos que despedir aquí. No tenemos mucho tiempo y tienes que volver con los tuyos y guareceros en la seguridad del bosque. Necesitarán a la mejor arquera del pueblo del bosque de Endra.
Ella sonrió. Aunque sabía que le decía aquello para consolarla, aquellas palabras le reconfortaron.
- Tienes que irte enseguida, pero primero he de ir a buscar una cosa. Despídete de Artior.
En cuanto Drentor desapareció tras la puerta, Daphny miró a Artior. Él la miraba, mientras una lágrimas recorría su mejilla
- Estás llorando - le dijo ella con una sonrisa juguetona pero con su rostro aún húmedo. Él siempre se giraba y decía que no era verdad y ella se burlaba de él. Pero está vez se acercó a ella y la abrazó
- Daph...
- Arty...
Sus labios se juntaron una vez más. Aquello era un último beso, un beso de despedida. Sus almas se fundieron una última vez y se dijeron adiós. Abrazados aún, ella dijo suavemente:
- Sabes que no te esperaré.
- Lo sé - dijo él con tristeza
- Y sabes que no te perdonaré que tú me esperes a mi. No quiero cargar con eso. - Dijo simulando estar enfadada
- Eso también lo sé - Sonrió al verle fruncir el ceño
- Pero tampoco se te ocurra olvidarme...
- ¿Como podría olvidarme de una elfa tan molesta y ruidosa - bromeó
- Eres un antipático - se quejó ella. Pero sintió como el la abrazaba más fuerte, como si no quisiera que escapase y ella le correspondió. Y así estuvieron durante unos segundos, unos minutos o una eternidad. Cuando se separaron volvió a aparecer Drentor, como si hubiera estado esperando, y llevaba un paquete entre las manos.
- Había querido esperar hasta tu cumpleaños, pero tendré que dártelo ahora
Daphny cogió el paquete intrigada y lo abrió.
- ¡Tiito! ¡Es una arco precioso! - Lo cogió y extendió su mano como si fuera a disparar - ¡No pesa nada! ¡Es perfecto! ¡Parece hecho a mi medida!
- ¿Parece? - El viejo elfo frunció el ceño aunque no puedo reprimir del todo una sonrisa - ESTÁ hecho a tu medida - Daphny le miró y sonrió.
- Gracias tiito - La elfa se lanzó otra vez a los brazos de su tío llorando de nuevo. Después se separó de él y miró hacia la ventana - Es la hora, ¿Verdad?
- Sí. Debes irte ya.

Dejó el arco apoyado en la pared, volvió a abrazar a Drentor y le dio un beso en la mejilla. - Adiós tiíto - Fue entonces para Artior, le abrazó también y le besó en la mejilla -Adiós Arty- Se giró y se fue hacia la puerta mientras ambos la miraban. De pronto se giró, se lanzó a los brazos de Artior y le besó en los labios, fundiéndose una vez más en un beso apasionado. Tras ello se fue de un salto hacia la puerta, recogió el arco y se marchó corriendo sin mirar atrás, sin dejar que la vieran llorar otra vez.
- ¡Daph! - gritó Artior


Durante un rato guardaron silencio, hasta que el joven volvió a prestar atención a las aves que elevaban su vuelo sobre el bosque a medida que algo avanzaba bajo ellas.
- ¿Que es eso que se acerca? Parece un ejército por el alboroto que están armando. - Dudó un momento y continuó - ¿Es por mi?
- Sí, creo que te buscan a ti o algún rastro y es un ejército de un tipo que esperaba no volver a ver jamás. No te enfrentes a ellos a no ser que no te quede otro remedio, pues aún no ha llegado el momento. Yo les entretendré para facilitarte el camino.
- ¿¡No vienes conmigo!? - Preguntó sorprendido.
- No. Nos encontraremos más adelante, yo me tengo que encargar de unos cuántos asuntos.
- Pero... ¿No te enfrentarás a ellos tú solo?
- Estaría bien, sería entretenido - Drentor sonrió - Pero tranquilo, no estoy tan loco para enfrentarme a ellos yo solo.
- Pero...
- Ya te he dicho que nos veremos más adelante. Ten confianza.
- Entonces... ¿Dónde tengo que ir...? - dijo dándose por vencido. En ese momento oyó algo -Alguien se acerca. Es bastante silencioso, debe ser alguna avanzadilla - dijo preocupado
- Es tu guía y llega justo a tiempo. No conoce muy bien el bosque, así que tendrás que mostrarle el mejor camino a través de él para llegar donde te diga. Nos marchamos ya
Airtor le miró intrigado. Aquello era cada vez más raro. De pronto notó algo extraño, le pareció oír el palpitar de un corazón, sólo una vez y muy fuerte. Miró a su abuelo pero él no parecía haber notado nada
- ¿Qué sucede Artior?
Volvió a oírlo y entonces supo de donde había venido aquello. Sacó la espada de su vaina y los signos de la hoja brillaron y se apagaron. Al cabo de un instante volvieron a hacerlo otra vez, como si el corazón de la espada latiera.
-¿Que... qué sucede? - dijo con la espada en la mano
- Así que lo ha notado.
- ¿El qué?
- Que se está acercando
- ¿El qué? ¿El peligro? ¿El ejército enemigo?
En ese instante se abrió la puerta y una chica de una edad similar a Artior apareció. Intentaba recuperar el aliento y tenía el rostro desencajado, blandiendo una espada en la mano.
- Drentor... - dijo la extraña que parecía conocerle al viejo elfo - Mi espada...
Artior miró fijamente a la extraña, era como si la conociera, y ella se percató entonces de su presencia y lo miró sorprendida. Ambas espadas latieron, con más fuerza, e irradiaron una fuerte luz. Entonces empezaron a comprender.
- ¡Hermano!
- ¡Hermana!


Creative Commons License

sábado, 21 de abril de 2007

Una amenaza del pasado

- No lo entiendo, Maestro, ¿Por qué hemos venido a tratar este asunto? Esto no es más que una travesura de algún duende o similar, no entiendo que el Gran Maestro de la Orden tenga que acudir en persona. Incluso que viniera yo resultaría excesivo. ¿Por qué no has mandado alguno de los aprendices como es habitual?
- Querida Miren, ¿Acaso un viejo mago no tiene derecho a dar un paseo? - dijo encogiéndose de hombros
La joven maga frunció el ceño. Sabía que le estaba ocultando algo y tampoco se preocupaba de disimularlo, sino que más bien parecía que le divertía la situación. Decidió no insistir más pues sabía que ese viejo cabezota no daría su brazo a torcer, así que se quedó mirando al horizonte y esperó. Pronto una pequeña alteración de la red mágica que habían extendido alrededor de la zona les hizo saber que un pequeño intruso estaba cerca.
- Parece que la presa se acerca. ¿Preparas tú la captura o necesitas ayuda? - Aquellas palabras tuvieron el efecto esperado y Miren, herida en el orgullo, alzó altiva la cabeza y pronunció un breve encantamiento mientras movía sus manos con una destreza al alcance de muy pocos, provocando que la magia fluyera a través de su cuerpo y se concentrara en sus manos. Para alguien ajeno a la magia, sus movimientos parecerían una danza, bella, armoniosa y muy misteriosa. Un fuerte destello surgió bajó un árbol y una esfera luminosa se alzó, conteniendo algo que se movía con furia en su interior. Miren hizo que la esfera de acercara mientras murmuraba - Eso no parece un duende - Miraba a la criatura atentamente, sin apercebirse del rostro de preocupación y sorpresa que se dibujaba tras la barba blanca de su compañero.

Miren miraba con curiosidad a aquella pequeña criatura de aspecto feroz atrapada en la trampa mágica. Parecía confusa y golpeaba continuamente la esfera intentando liberarse. Intentaba inútilmente rasgarla con las fuertes garras de sus manos e incluso había intentado morder las paredes más de una vez, aunque la forma esférica de su prisión se lo impedía. Nunca había visto un ser con ese aspecto, aunque le recordaba lejanamente a algunos de aquellos temibles seres que asolaron aquellas tierras hace ya bastantes décadas y que tan solo había visto en libros y grabados.
- Es un demior - Dijo una voz profunda detrás suyo. Se giró sorprendida, pues su maestro rara vez hablaba así, pero la expresión de su rostro le confirmó que algo estaba pasando. Aquello había dejado de ser un paseo por el campo
- Estos seres no suelen ir solos - prosiguió - Debe de haberse perdido de un grupo mayor
- ¿Un grupo mayor? ¿De qué?
- De unas criaturas que hace más de 100 años que no aparecen en estas tierra - El tono de Veilton era sombrío y preocupado. - ¿Por qué habrán vuelto?
Se quedaron un momento en silencio. Miren miraba al viejo mago mientras éste estudiaba minuciosamente la criatura. Ésta, de pronto, dejó de pelear contra su celda. Parecía haberse dado cuenta de que era inútil huir e incluso intentar averiguar que había tras esas paredes. Entonces habló:
- ¡Mortales! ¡Liberadme o seréis destruidos! ¡Vendrán a buscarme y os matarán! - La criatura exigía, con cierto desprecio e ira hacia lo que hubiera fuera.
-Tiene miedo - Veilton sonrió - Soltémosla pues. Miren, ocultémosnos tras aquellos árboles y libera a la criatura en cuanto te lo indique.

Miren asintió con la cabeza y siguió a su maestro. No entendía porqué había que liberar a la criatura, y más después de lo que había dicho. Aquella criatura no representaba ningún peligro para ellos pero Veilton nunca actuaba a la ligera y pronto sabría que se proponía.
Se ocultaron tras un fuerte roble que parecía ser tan viejo como el mismo bosque y Miren creo un sencilla barrera mágica para ocultarlos a los ojos de la criatura. Veilton clavó su bastón en el suelo e inició un sencillo conjuro sin ni siquiera mover un dedo pues tan sólo necesitaba pensar en él para que la magia fluyera, algo al alcance de una sóla una persona en aquellas tierras, él. Miró a su discípula para ordenarle que anulara la prisión mágica que mantenía atrapada a la criatura y, mientras ésta caía al suelo y antes de que supiera que estaba pasando, lanzó su hechizo. El demior corrió hacia la espesura de la que había venido nada más notar el suelo bajo sus pies, sin mirar atrás y con la fuerza que le daba el miedo que sentía, perdiéndose pronto entre la maleza.
- ¿Lo seguimos? - preguntó Miren impaciente.
- No. Podrían descubrirnos. Avisemos a la guarnición por la que pasamos esta mañana para que estén alerta, aunque dudo que ese su objetivo. Si han aparecido ahora es por algo muy concreto y nada bueno. Necesitamos saber hacia dónde se dirigen para averiguar sus intenciones y anticiparnos a sus movimientos, así que habrá que esperar. Tendremos que retrasar unos días nuestros planes, pero esto requiere toda nuestra atención.
- ¿Qué planes? - pregunto sorprendida
- ¿No pensarías que habíamos venido sólo a dar una vuelta por el campo...? - Le guiñó un ojo e inició la marcha.

Tras coger sus monturas, se acercaron rápidamente a la guarnición a la que informaron del peligro, insistiendo estuvieran alerta y avisaran a otros puestos. A cualquier otro le hubieran tomado por loco, pero el prestigio del gran mago estaba más allá de toda duda. Estuvieron allí, el tiempo justo y se apresuraron a tomar el camino que llevaba al Este, por el que siguieron hasta que encontraron un pequeño riachuelo de aguas heladas junto al que crecían grandes árboles que ofrecían una inmejorable sombra.
- Éste sería un buen sitio para descansar y comer algo - sugirió Miren aminorando el paso de su montura
- Si, es un buen sitio. Ya es hora de ver el rastro que ha dejado nuestro amigo.
Ambos bajaron de sus monturas y Veilton desplegó un plano de la zona, cerró los ojos y puso su manos sobre el mapa sin llegar a tocarlo. Miren lo observaba en silencio mientras sacaba algo de comer de las alforjas y acariciaba a su negro corcel. Sabía que estaba concentrando para visualizar el rastro mágico y plasmarlo sobre el mapa, conocía cada uno de los pasos a realizar pero ver como lo hacía él era siempre especial. Lo quería como a un padre, pues la había cuidado desde muy pequeña, pero como todos lo que lo conocían sentía una gran admiración por su conocimiento de la magia o incluso más, pues sabía cuan profundo era. Pronto el recorrido de la criatura quedó reflejado en el mapa y Veilton abrió los ojos mirándolo fijamente, como si no se creyera lo que había visto mientras los tenía cerrados.
- ¿Qué sucede? - preguntó Miren
- Se dirijen al bosque de Neirten. ¡Hemos de avisarles!
- ¿A quien hay que avisar?
Veilton la miró. Aún no le había contado cual era el motivo real de su viaje
- Allí es dónde tenía planeado ir. Hay actuar rápido antes de que sea demasiado tarde - Alzo la mano derecha al cielo, lanzando una señal invisible para ojos normales. - Comeremos por el camino. Ves recogiendo mientras yo escribo una nota
Unos minutos más tarde, con todo recogido y dispuesto para marchar, Veilton estaba inmóvil miraban al cielo hasta que una silueta alada apareció en el horizonte. Acudiendo a la llamada invisible un elegante halcón de cola plateada, uno de los seres más rápidos que existían, se dirigía hacia ellos. Aquella ave extraordinaria pertenecía a una estirpe poseedora de una agilidad e inteligencia muy superior a sus congéneres. Se posó con precisión y rapidez en el hombro izquierdo de Veilton mientras éste sacaba la nota y se la acercaba
- Falkyn, viejo amigo, necesito que lleves esta nota urgentemente a nuestro amigo en Neirten, es de vital importancia. - El halcón lo miró y la cogió con una de sus poderosas garras. -Ten cuidado, podría ser peligroso.
Miren observaba con admiración y cariño a aquella ave, la mas espléndida y majestuosa que jamás hubiera visto. Su nombre estaba impresa en más de una leyenda, junto al de su padre adoptivo, y no obstante había sido su compañera de juegos cuando aún era niña. Alargó la mano para acariciar sus suaves plumas mientras Veilton le entregaba el mensaje. El halcón la miró con sus ojos profundos, inclinó ligeramente la cabeza y le dio la impresión que le sonreía. Alzó el vuelo para perderse de vista en unos instantes.
- Me explicarás ahora que está sucediendo - Inquirío la maga
- Te lo explicaré por el camino. Montemos. Hemos de llegar lo antes posible a Neirten así que tendremos que cabalgar toda la noche.- La miró a los ojos y añadió -La situación es peligrosa. Ten a mano tu espada.
Aquel viaje iba de sorpresa en sorpresa y la situación se había tornado más grave de lo ella hubiera podido prever. Subió a su montura e instintivamente puso una mano sobre su espada que parecía hecha a su medida y que era uno de los pocos vestigios que tenía de sus orígenes, que le eran desconocidos. Hacía tiempo que no pensaba en ello, pero por alguna razón ahora lo había hecho, como si tuviera algún tipo de presentimiento. Se pusieron en marcha y pronto dos jinetes se adentraron en la espesura del bosque.


Creative Commons License

viernes, 13 de abril de 2007

Un mensaje inesperado

La mayoría de la gente no hubiera podido diferenciarlo del movimiento normal del agua del río, pero su abuelo le había enseñado a conocer e interpretar las sutiles variaciones que rompían la armonía en el aparentemente salvaje y caótico descenso de sus aguas. Movió con suavidad y precisión la caña que tenía entre las manos y, en un instante, un inequívoco tirón le indicó que la presa había caído en la trampa. Sus manos, extrañamente expertas para alguien de su edad, tiraron de la caña sin dar opciones de escapar a un ejemplar de respetable tamaño. Una sonrisa de triunfo se dibujó en su cara. Unos metros más allá, su anciano aunque fornido acompañante sacaba en ese momento su captura del agua y, tras recogerla, se dirigió al joven y con una palmada en la espalda le indicó que era hora de volver. En silencio, invisibles y silenciosos, iniciaron el camino de regreso a casa.


Como dos sombras recorrían un bosque que se conocían palmo a palmo y al que parecían pertenecer. Incluso las propias criaturas del bosque eran a menudo sorprendidas por su repentina aparición. Artior conocía el bosque en el que había crecido y, desde niño, su abuelo le había enseñado a escuchar y comprender cada nuevo sonido, cada nuevo olor, cada cambio en la coloración de las hojas. Rara vez algo le era desconocido en aquella espesura, y nunca por mucho tiempo. Oyó un leve crepitar de unas hojas que le hizo presagiar la aparición de un escurridizo zorro que no tardó en volverse a ocultar tras los matorrales. Inconscientemente, un suave aletear le hizo saber que un petirrojo se escondía tras un gran roble y, mientras tanto, se agachaba para recoger un deliciosas fresas silvestres sin apenas retrasar su marcha. Se sentía seguro en aquel bosque, pues ése era su hogar. Pronto llegaron a una pequeña construcción que hubiera podido pasar desapercibida a quienes no supieran que estaba allí, pues completaba una pequeña colina de forma casi natural y la misma espesura del bosque se encargaba de ocultar la parte más visible. Entraron en ella y se dispusieron a preparar la cena.


- Abuelo, mañana debería acercarme al pueblo para ver si ya ha llegado el encargo que hiciste- Dijo Artior distraídamente mientras preparaba una de las piezas capturadas para la cena
- Mejor sería que esperaras un día más.
- ¿Por qué? Herfren dijo que estaría hoy por la tarde.
- Si, pero me contó que su sobrina Daphny iba mañana a la ciudad y no estará en todo el día - Contesto Drentor, quien no pudo evitar soltar una carcajada al ver color rojo que tomaba la cara de Artior.

Artior no puedo evitar que cierto asombro e incluso un ligero enojo, pero sobre todo vergüenza invadiera su cuerpo. Él que podía ocultarse en el bosque incluso a su abuelo, no podía disimular que aquellas trenzas doradas que se posaban con suavidad sobre los hermosos senos que se adivinaban bajo la ropa ajustada de Daphny, le volvían loco. La conocía desde pequeños, pero este último verano su cuerpo había tomado unas formas que había despertado en él un sentimiento desconocido y que a ella no parecía desagradarle.

- Vamos, no te pongas así - le decía sin poder parar de reír. -Te he visto enfrentarte a un oso, pero no te atreves con ella- Y tras soltar una nueva carcajada siguió afilando unos cuchillos, dejando a un colorado Artior sumido en sus pensamientos.


Un sonido no desconocido, pero si excepcional interrumpió sus pensamientos. Artior miró a Drentor mientras éste, cuyo rostro había tomado un semblante serio, abría una de las ventanas y miraba al horizonte donde empezaba a hacer su aparición la Luna de Endra, que no se mostraría en todo su esplendor hasta la próxima estación, la Estación de Endra.

Mientras preparaba la cena, Artior observaba como algo de preocupación y tristeza aparecía en el rostro de Drentor, habitualmente alegre. No recordaba haberlo visto antes así, ni siquiera las pocas veces que lo veía enfadado o cuando le pegaba bronca, algo muy habitual unos años antes. Era obvio que aquello no era inesperado, pero tampoco carente de importancia. Algo estaba apunto de pasar y tendría que esperar puesto que sabía que de nada servirá de preguntar a su abuelo: de haber querido contarle algo ya lo hubiera hecho.

Tras unos minutos que parecieron eternos, un hermoso y poderoso halcón se posó sobre la repisa. Drentor se acercó, cogió el mensaje que guardaba el ave y ésta se alejó inmediatamente. No era la primera vez que Artior había visto aquella hermosa ave pero siempre antes había permanecido con ellos unas horas hasta recoger el mensaje de respuesta, comiendo algo y dando la sensación de que un viejo camarada estaba de visita. No obstante, aquella vez era diferente y a Drentor pareció también sorprenderle el comportamiento del halcón. Cerró la ventana, desenrolló el mensaje y, para sorpresa de Artior, pronunció con fuerza unas palabras en la lengua de la magia. Aunque en realidad desconocía el pasado de su abuelo, Artior no ignoraba que éste poseía ciertos conocimientos de magia e incluso le había mostrado algo de ella en alguna ocasión, mas cuando le pedía que le enseñara éste se negaba argumentando que ése no era el momento, ni él maestro adecuado. Así pues, lo realmente extraño no era que Drentor usara magia sino que el mensaje estuviera protegido por ella. Realmente algo importante había en ese mensaje para tener la necesidad de ir tan bien protegido.

Drentor frunció el ceño parecía haber algo en esa carta que no esperaba y, tras unos minutos de silencio, finalmente habló:
- La hora finalmente ha llegado, pero los acontecimientos se han desencadenado y tenemos que estar preparados. Cena rápido y prepara tu mochila para un viaje largo, y llévate todo aquello que no quieras dejar atrás, pues puede que tardes mucho en regresar. Mañana será un día largo y necesitará estar descansado, así que no me esperes despierto, yo he de bajar al pueblo ahora. Sé que esto es repentino pero ahora no hay tiempo para explicarlo, mañana hablaremos. Y no te comas toda la cena - dijo guiñando un ojo y volviendo en parte a un expresión jovial. No obstante la preocupación no desapareció de su rostro.

- ¿La hora finalmente ha llegado? ¿A estás horas has de salir...? ¿Qué quieres decir con tardaremos mucho en regresar? - No fue necesario una respuesta. Algo grave ocurría y estaba claro que las respuestas tendrían que esperar al día siguiente. Tras salir Drentor acabó de preparar la cena de mala gana y, tras forzarse a dar cuenta de su parte, preparó el equipaje con cuidado y se fue a dormir, aunque no pudo pegar ojo y apenas descansar.


Al cabo de un par de horas pudo percibir que alguien se acercaba a la cabaña con la respiración entrecortada por el esfuerzo, lo cual le apartó de su pensamientos. No era su abuelo pero lo era en absoluto desconocido ¿Que hacía allí a estas horas?


Creative Commons License

Introducción

No es algo nuevo ni escribir una novela ni hacerlo en un blog, de hecho es lo que se le llama blook, y eso es precisamente lo que quiero hacer: escribir una novela, de fantasía épica en este caso.

No sé que tal saldrá puesto que es la primera vez que intento algo así ¿Seré capaz de escribir semi-decentemente o aprender a hacerlo? ¿Seré capaz de llevar a cabo este proyecto? El tiempo lo dirá. Es fácil empezar algo, pero acabarlo ya es harina de otro costal, y más en proyecto de este tipo que requiere cierta constancia y puede alargarse mucho tiempo. Intentaré publicar algo al menos una vez por semana, aunque sólo sean unas pocas líneas o un aviso a quienquiera que lea esto, si es que hay alguien aparte de mi mismo.

La historia está en mi cabeza, parte de ella al menos, plasmarla en palabras y frases es algo que ya veremos que tal se me da. A quienquiera que llegue a leer parte de ella cualquier crítica, sugerencia o comentario será bienvenido.

Saludos

Creative Commons License